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Considero que crecer no es una opción. Necesitamos esa tensión de lo nuevo, de los desafíos. Lo que no está mejorando, está empeorando. Lo que no está creciendo, se está muriendo. 
Pero la clave está en elegir exactamente a qué ritmo y en qué sentido para sentirnos contentos y entusiasmados de transitar ese camino. Y definir “que significa crecer para mi” no siempre es fácil.

Como en esta historia:
“Tengo buenas noticias: la sensación abrumadora que están sintiendo no es real, tienen un camino muy claro para tomar.”
Esta era la primera frase que pude soltar en medio de una mentoría. Estaba acompañando a una pareja que vendía servicios de cobranzas a empresas. Durante años fueron perfeccionándose en su área y podían vivir cómodamente de su negocio, algo de lo que sin duda podían estar orgullosos.

Pero con el paso de los años se sentían estancados, y venían pensando en tomar las decisiones equivocadas. Comenzaron a hacer pruebas en industrias que desconocían por completo, gastando plata y tiempo sin conseguir resultados.

Pero el obstáculo estaba en otro lado. Profundizando en la charla me di cuenta que su idea de CRECER venía asociada con una imagen intimidante de muchos empleados, costos fijos altísimos y riesgos enormes. El miedo que le generaba esa imagen, estaba justificado. Pero lo que no sabían era que podían crecer de otra manera. Podían crear otra imagen como visión del negocio. En ese caso consensuamos algo así:

“Ellos dos trabajando una cantidad de tiempo aceptable, con los fines de semana libres, volviendo a sus pasatiempos que habían abandonado. Con un empleado interno y dos free lance. Dejando ese cliente que les traía problemas y pudiendo elegir con quien trabajar. Subiendo los precios por el aumento de consultas y duplicando su rentabilidad”
Ahora si sonaba bien para ellos. Esta imagen era algo que seducía, justificaba enfocarse y ponerse a trabajar nuevamente en su negocio. Los pasos a seguir fueron claros y al día de hoy este negocio que me toco acompañar, está avanzando rápidamente.

– Es común el siguiente proceso en dueños de negocio:

– Comienzo un negocio basado en mis fortalezas – Pongo años de esfuerzo en las cosas importantes del negocio – Me vuelvo muy bueno, genero reputación, tengo más y mejores clientes – Los ingresos cubren mis costos personales y me queda un excedente – La rutina de hacer siempre lo mismo comienza a aburrir…

– Este es el momento de quiebre, donde se puede tomar dos caminos:

Camino que lleva a problemas: – Comienzo a interesarme por otros negocios relacionados con temas que me gustan pero del cual no se demasiado – hago pruebas y comienzo a invertir tiempo y plata sin un plan claro – el negocio principal sufre esta pérdida de atención – Pasan los años, no puedo avanzar con nada nuevo por falta de claridad y foco – mi negocio principal se deteriora.

Camino que evita problemas:Aceptar que me estoy aburriendo – Pensar a largo plazo que es lo que quiero para mi vida – Diseñar un plan de crecimiento del negocio alineado a esa visión personal – Comenzar a ejecutar en tu negocio principal esos cambios, con el entusiasmo de que va a traer cambios en relación a lo que mas querés.

Para encarar esa etapa de cambios y crecimiento, es necesario conocer algunos conceptos de tu negocio para tomar buenas decisiones. Estos son algunos de esos aspectos que me parecen claves:

  • IMPACTO PROPIO. Subestimamos el impacto que tenemos dentro de nuestro negocio. Al hacer tareas que muchas veces son rutinarias y repetitivas, creemos que no estamos haciendo “nada”. Pero si tomamos perspectiva, esas micro decisiones son claves. Nunca me gustó la frase “el ojo del dueño engorda el ganado” porque creo que encierra una mala visión del liderazgo. Pero como toda frase popular, algo de cierto tiene. Y a eso me refiero en este punto: el impacto que generás trabajando todos los días es mucho más grande de lo que crees. ¿Sos irreemplazable? por supuesto que no, pero tenemos que saber que puede llevar mucho tiempo y cambios estructurales el reemplazo.
  • LIMITES DEL NEGOCIO. Hay negocios que no se puede delegar para dedicarse a “otra cosa”. Cada negocio tiene un límite en la “torta” que puede repartir. Si estás en un negocio con márgenes enormes, donde sos responsable de gran cantidad de valor agregado, es posible que diseñes una estructura y que la empresa funcione. Pero si tenés un comercio o producís un producto que apenas podés venderlo con un 30% sobre el costo, es probable que (al menos que tengas un volumen de venta gigante) tu negocio esté limitado. No tiene nada de malo, simplemente hay que conocer los límites para diseñar un plan de crecimiento.
  • TAMAÑO ÓPTIMO: Como hablábamos en el ejemplo de arriba, tener una imagen lejana y amenazante del crecimiento puede jugarnos en contra. Pensar en una gran empresa que no tiene nada que ver con nuestros deseos, no es algo que nos motive. Pero en el “medio” hay una infinidad de modelos posibles donde nos podemos ubicar y tener el tamaño óptimo. 

Si me lees hace tiempo, ya debes saber que siempre hago énfasis en la importancia de que tu negocio este alineado con el estilo de vida que querés tener. Si nuestro negocio se lleva “puesta” nuestra vida (familia, amigos, salud, vocación) ¿Para qué queremos tener un negocio?

Pero si en cambio lográs que los recursos del negocio nutran y fortalezcan un camino que incluyan todas las áreas de tu vida, sentite afortunado. Yo estoy en esta búsqueda y te invito a que te sumes.