En el libro “El Cisne Negro” de Nassim Taleb, desarrolla la falacia de llamar “azar” solo a lo que no sabemos de lo que sabemos. Por ejemplo, las probabilidades de que una moneda caiga de un lado o del otro. Aunque no podemos determinar con seguridad cual va a ser el resultado, sabemos perfectamente como las tendencias se van pareciendo a lo esperado cuanto más grande sea la muestra, osea, cuantos más tiros se hagan. Es algo que se puede entender aunque haya azar en el medio. Otro ejemplo podría ser el de los cálculos de las aseguradoras, que conocen en profundidad estadísticas sobre los riesgos que cubren. No pueden saber exactamente lo que va a pasar, pero el funcionamiento es conocido.
El problema es el azar que viene de lo desconocido. Son esos factores que no metemos en la ecuación, lo que queda afuera por no saber que podría afectar el resultado. Un buen ejemplo es el de los casinos (del mismo libro) donde tienen sistemas magistrales montados para maximizar las ganancias y contender las pérdidas en sus juegos. Son expertos en la incertidumbre de lo que dominan. Pero en el historial de sus resultados anuales, las grandes perdidas vienen por casos inesperados. Como por ejemplo “la indemnización a un actor por un accidente con un tigre en un show”. Este tipo de cosas son las que mueven la aguja considerablemente y no forman parte de la incertidumbre conocida.
¿Qué tiene que ver esto conmigo si estoy construyendo un negocio? Mucho. Según palabras de Santiago Salom (entrevistado en episodio #81) “Como emprendedor, siempre tenés que dar por hecho que estás equivocado. Solo que no sabés en que. No quiere decir que te vaya mal. Simplemente es saber convivir con estar equivocado todo el tiempo”. En mi experiencia con mas de 70 clientes, nunca vi a una persona fallar por no ser suficientemente bueno en aquello que ya le da mucha importancia. Nunca los agujeros del barco son peligrosos cuando estás trabajando en ellos. El verdadero peligro son aquellos agujeros por donde entrar agua mientras le sacás brillo a otra parte del barco.
Para tener una visión total de nuestro negocio, no necesitamos ser grandes pensadores ni hacer un posgrado (aveces la sobre especialización académica es contraproducente). Solo necesitamos ir incorporando ciertos paradigmas a nuestra cabeza que nos ayuden a tomar perspectiva. Acá van algunos hábitos que podés ir incorporando en tu vida y tu negocio.
– Bajar la guardia y exponerse: No hay nada más caro que un ego grande. Cuando nuestro bienestar depende de la probación de los demás, estamos complicados. Porque si un mal feedback nos afecta demasiado, vamos a tender a evitar ese dolor. Y ese feedback lo necesitamos. No hay nada mas enriquecedor que la mirada del otro sobre lo que estamos haciendo. Somos una bola de puntos ciegos y el mejor antídoto es exponerse y recibir la devolución con una sonrisa.
– Evitar autocomplacencia: Tenemos que evitar justificarnos. Siempre hay motivos para hacer las cosas mal, pero el asunto es encontrar las maneras de hacerlo bien. A tu negocio no le interesa si tenés muy buenas razones para no salir a vender (o cualquier otra actividad importante e incómoda que tengas que hacer), solo le importan tus acciones. No se trata de pegarse con un látigo y generar culpa. Se trata de no caer en el espiral que lleva a la parálisis y hacerse cargo al 100% de tus acciones y resultados.
– Del rechazo a la admiración: Un gran problema a la hora de ensanchar tu conocimiento, viene cuando desacreditamos a otras personas que les está yendo mejor. Tendemos a pensar que “tuvieron mejores oportunidades”, “es porque no tienen hijos”, “es porque viven en otro país”, “es un mercenario que solo le importa la plata” y una colección de falsas explicaciones del éxito ajeno. El gran cambio se da cuando pensamos “quizás tenga que aprender algo de esta persona que está teniendo mejores resultados que yo…”. Este cambio de mentalidad nos abre infinitas puertas para aprender de por vida.
– Dudar de lo que repito como loro: las afirmaciones que repetimos y damos por ciertas, muchas veces son un gran problema para nuestro progreso. Frases como “cada empleado es un problema”, “en esta profesión no se puede hacer mucha plata”, “tengo que seguir estudiando antes de hacer crecer mi negocio” son parte de guiones de otras personas que no nos sirven. Quiero detenerme es esto último: no importa si son verdad o no, importa si nos sirve o no para nuestros objetivos.
– Información adecuada: Tenemos que ser conscientes al elegir que consumimos. Incorporar libros y autores que hablen de cosas complementarias de asuntos que quizás sea bueno aprender. Seguir a personas que quizás nos incomoden por que hablan de temas desconocidos, pero intuyamos que algo interesante tengan para decir. No pasar de los medios masivos al informe especifico de nuestra área, sinó explorar otras fuentes que sean novedosas, pero que tengan que ver indirectamente con lo tuyo. No quedarse profundizando en lo mismo de siempre. Ensanchar el conocimiento.
Si vas incorporando estos hábitos de forma sólida, no hay vuelta atrás. Llega un momento que dejar de hacerlo da una sensación de estrechez que no querés tener. Después de muchos años de vivir así, siento la necesidad de mostrar lo que estoy haciendo, de hacer “dibujos” de mi negocio para encontrar el punto débil. De tener feedback lo más crudo posible de clientes y colegas. De contarle a otra personas sobre los objetivos de mi semana y enfrentar lo que logré y lo que no logré. Siento necesidad de leer y escuchar sobre temas que hace rato no profundizo para actualizarme. De comenzar a seguir a personas que me incomodan, pero admiro. Quiero saber en que estoy equivocado y no me estoy dando cuenta.
Es normal y deseable mirar para atrás y ver a tu vos del pasado como una persona a la cual le faltaba mucho por aprender. Y eso es realmente bueno, es muestra de verdadero aprendizaje.