Trabajar en hábitos y herramientas para mejorar tu productividad personal no tiene ningún sentido si no sabes para donde estás yendo. De la misma manera, no sirve de nada tener una gran visión a largo plazo si no sabés como acercarte un poco todos los días. ¿Para qué querés más tiempo? ¿Para que querés aumentar tu energía? ¿Para qué querés levantarte mas temprano? ¿Para qué querés enfocar tu mente? Como diría el autor Simon Sinek “Comienza con el porqué”. La primer pregunta que tenemos que hacernos para ser más productivos es hacia donde estamos yendo, PARA QUE hacemos lo que hacemos. Puede ser una pregunta incómoda si nunca te la hiciste. Quizás cueste mucho encontrar palabras. Es difícil cuestionarse para que hacemos las cosas. Nos expone a lo que Mark Manson llama “la verdad incómoda”.
Nada tiene sentido en si mismo, sino que es una búsqueda en la cual tenemos que ponernos a trabajar. O distraerse con redes sociales, series, mucho trabajo y excesos. Pero acá vamos a hablar de la primera opción. La sensación de estar haciendo todos los días algo por un largo plazo con sentido es inigualable. El saber que estás gastando tu tiempo en algo que va más allá de lo urgente es impagable. Nos hace sentir muy productivos y además, muy felices (aunque no sea el objetivo final).
La mejor manera que encontré de tener esta sensación, es poder alinear el largo plazo con el día a día. Hago sistemáticamente este ejercicio y lo repito con mis clientes en las mentorías cuando es necesario para el proceso. En términos prácticos, se trata de crear una visión a largo plazo, bajada a una “guía anual”, bajada a proyectos trimestrales y finalmente bajada a la planificación semanal. Vamos a desglosar cada parte para que puedas hacerlo vos también. Para cada rol es necesario hacer esto por separado. Porque, aunque estén todos relacionados, cada área de nuestra vida necesita atención particular. No son los mismos tiempos, ni procesos, ni hábitos para mejorar un negocio que para mejorar la salud o tus vínculos.
- Visión a largo plazo. ¿Cómo nos vemos de acá a 3, 5 o 10 años? Para comenzar el proceso, necesitamos decidir lo que queremos en el largo plazo. Cuando más claro lo tengamos y con menos incoherencias, mejor vamos a poder enfocarnos en el día a día. Ejemplos: “Tengo una agencia de marketing digital con 20 clientes y un equipo de trabajo con el cual disfruto mucho trabajar. Viajo la mitad del año y trabajo a distancia. Tengo un impacto positivo en los negocios de las personas con las cuales trabajo….”. La redacción de una visión puede ser larga ya que involucra todas las áreas y contiene detalles. Tiene que generarte emociones positivas.
- Guía Anual. ¿Qué sería lo más importante este año para acercarme a ese objetivo? En términos realistas pero desafiantes, definir eso que tiene que suceder para que tu año valga la pena y avances considerablemente hacia tu visión. Ejemplos: “Conseguir mis primeros 5 clientes para la agencia de marketing digital”.
- Proyectos trimestrales. ¿Cuáles serían los ejes sobre los cuales tengo que trabajar para acercarme al propósito anual? Definir dos o tres proyectos sobre los cuales trabajar para profundizar en el camino. Por ejemplo: 1. “Hacer el curso intensivo sobre marketing digital” 2.“Crear una propuesta comercial para ofrecer mis servicios por muy bajo costo como práctica”. 3. “Mejorar mi gestión del tiempo para dedicar horas de calidad al proyecto”.
- Planificación semanal. ¿Qué tengo que lograr esta semana para avanzar en los proyectos trimestrales? Proponerse una, dos o máximo tres cosas respecto a los proyectos trimestrales. Por ejemplo: 1 “Evaluar y decidir cual es el curso correcto”. 2 “Investigar sobre el nicho al cual ofrecer servicios”. 3 “Despertarme media hora antes”.
Para que esto suceda, tenemos que planificar la planificación. Osea, tener momentos pre determinados para pensar en estas cosas, porque sino, quedan como intenciones que jamás se ejecutan. Pocos minutos para planificar el día, algunas horas para la planificación semanal, una mañana para repasar los proyectos trimestrales y unos días para planificar tu año. Es muy poco tiempo lo que lleva si lo comparamos con la claridad que nos trae. Es una inversión con un gran retorno. El entrenamiento que genera la revisión regular del camino que estás teniendo, no te evita imprevistos y problemas, pero te da una claridad enorme para resolverlos.
El gran enemigo de este camino es el “si fácil”. Poder decir que NO con determinación es lo que nos libera los recursos para lo que realmente queremos. Antes de casarnos, con mi mujer hicimos un acompañamiento con un cura amigo. El no decía lo siguiente “lo difícil de casarse no es elegir a tu pareja para pasar el resto de la vida juntos, lo difícil es decidir que le decís que NO a todas las otras personas con las cuales también podrías tener una vida feliz”. Lo mismo pasa con este proceso. Lo difícil está en decir que NO a las cosas, proyectos, negocios, actividades, grupos de amigos, voluntariados que quizás también puedan sumar. Cuando no tenés el norte claro, es muy fácil llenarse la agenda de compromisos que no llevan a ningún lado.