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“Tengo dos opciones: me quedo en este negocio que está destinado al fracaso o hago una liquidación final de stock y doy vuelta la página”

Esa fue la conclusión después de ver números de los primeros dos años de mi comercio de ropa y skate. Se acumulaban deudas, los proveedores no respondían y el e-commerce ya venía ganando terreno en esta industria.
La semana siguiente pinté los vidrios con cal. Decían “Nos vamos, liquidación final”. En menos de un mes, vendí toda la mercadería. Con esa plata invertí en mi próximo negocio, que fue una franquicia Subway, la cual fue una gran escuela de negocios. Aprendí mucho en pocos años, llegando a operar 4 locales con mas 30 empleados.
Te comparto 3 aciertos de mi camino emprendedor:

1. PAGAR EL PRECIO. Siempre estuve dispuesto a pagar el precio. A hacer lo que haga falta para que las cosas sucedan.Emprender duele, es difícil y abrumador por momentos. Se paga con vida, con sacrificios, con horas de sueño, con amigos y familia que no ves. El éxito de la noche a la mañana tarda 20 años.
Si no estás dispuesto a pagar el precio, ni lo intentes. Sinceramente, es mucho mejor buscar un buen empleo, porque si no estás dispuesto a perder el equilibrio, no lo vas a lograr.

2. APRENDIZ PERMANENTE. Siempre intenté ser la mejor versión de mí mismo. Eso me llevó a estar siempre atento a que curso hacer, a que libro leer, a que personas seguir, a quien escuchar. A reflexionar, aprender y a compartir eso que aprendo. Prioricé mi desarrollo personal, por sobre mis negocios, porque tener un buen negocio no te hace saber más, pero saber más te hace tener un buen negocio.
Por suerte tuve contacto temprano con autores que me convencieron de que invertir en mí, era la mejor opción. Agradezco a mi “yo del pasado” por dedicar tanto tiempo a aprender.
Si aprendes permanentemente, vas a estar a la altura de los desafíos que se presenten cuando llegue el momento.

3. COSTO HUNDIDO. Nunca me mantuve atado a un negocio porque “ya había invertido mucho tiempo, esfuerzo y plata”. Si veía que no funcionaba, lo vendía, lo tomaba como aprendizaje y seguía adelante. No comenzando de cero, sino como un trampolín a lo que viene. Usando todos los nuevos recursos y herramientas que dejó la experiencia anterior. Para ayudarme a aceptar la pérdida, siempre pensaba que lo que había hecho era un posgrado. Pensaba que el costo que tenía que asumir era parte del precio de aprender.

Varios años después, miro para atrás y me doy cuenta de que estas decisiones que tomaba todos los días me hicieron crecer mucho y hoy poder seguir en este camino que me apasiona. Agradezco a mi “yo del pasado” que tuvo la valentía de hacer lo que había que hacer, aunque era incómodo y doloroso.

Te invito a que reflexiones, a que aprendas continuamente, a que aceptes costos hundidos y no te estanques. Y, sobre todo, a que estés dispuesto a pagar el precio. Tu “vos del futuro” te lo va a agradecer.