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Se pueden encontrar grandes casos de cómo hacer bien las cosas al emprender, incluso cuando le estás leyendo un libro a tu hijo de 4 años.
Vamos a conocer a Cavernito, su historia emprendedora y las enseñanzas que nos deja.

Con sentido de urgencia, sale de su casa. No se queda haciendo el logo de su verdulería ni investigando en internet. Va a estar cara a cara con sus posibles clientes, se va a enfrentar a los problemas reales que puede llegar a tener. Además sabe muy bien que las ventas son el centro de su negocio, “si no vendo mi negocio cierra”. Arrancamos bien Cavernito.

Tal cual le pasa a cualquier emprendedor, las cosas nunca salen como se esperan. Fíjense que no abrió su local en cualquier lado, puso su local en una zona llena de potenciales clientes. Además estaba haciendo una acción de marketing directa. Parecería que está haciendo todo bien, pero sin embargo las cosas no funcionaban. Bienvenido al mundo emprendedor Cavernito.

Fijense en la mirada de Cavernito, no está mirando el celular (o al equivalente de su época) está observando, tratando de entender que es lo que está pasando con su negocio.

Descubre que lo que está ofreciendo tiene valor para un grupo de clientes. A Cavernito se le dibuja una sonrisa en la cara, probablemente porque está pensando en que una parte importante de su negocio SI está funcionando. Solo tiene que entender cuál es la parte a mejorar. Sabe que no todo está mal, sino que necesita descubrir que aspecto de su negocio necesita cambiar.

Cavernito está en ese momento clave que todo emprendedor paso alguna vez. El momento más difícil, donde se decide el destino del negocio (y del emprendedor). Con resultados no logrados, cansado y sin saber qué hacer. Y lo peor de todo: la gente hablaba de lo mal que le iba a Cavernito. Pero como es un gran emprededor, está pidiendo feedback para mejorar su negocio. Sabe que el solo no puede y que necesita hacer cosas diferentes para tener resultados diferentes. ¡Bien Cavernito!

Cuando las personas se predisponen a ser ayudadas, la ayuda llega. Cavernito no contrato a una consultora costosa para tomar decisiones, a veces es solo tener la actitud correcta, observar, preguntar y estar predispuesto a cambiar.  ¿Se imaginan si Cavernito se hubiera quedado amargado, sin hablar con nadie, hechandole la culpa al clima, a los impuestos, a sus proveedores y a su mala suerte?

Cavernito no bajo los brazos. Cambio su locación y sus productos, pero la esencia de su negocio y sus objetivos seguían siendo los mismos. El éxito que está disfrutando no es fruto de la suerte, son las consecuencias del mind-set correcto de un buen emprendedor.

Leo este cuento a mis hijos cada vez que puedo. Quiero transmitirles el ejemplo de constancia, humildad, perseverancia y observación de Cavernito.

A veces cuando vuelvo a casa cansado y tuve un mal día, mi hijo mayor me pregunta “¿qué te pasa papa?” y a mí me gusta responderle “estoy como Cavernito cuando no vendía sus verduras, pero ya voy a encontrar la manera”.